sábado, 4 de febrero de 2012

La Queja

- Siguiente!- dijo el junior de Dios, San Pedro.

Vengo a hacer un reclamo, señor- conminó el ‘siguiente’.

Proceda- dijo el portero.

“El año 2007 adquirí un automóvil de 2millones 300mil pesos, que en apenas dos meses tuvo una falla terrible. Cuando fui a reclamar, la empresa habría quebrado gracias a una falla generalizada en los autos vendidos en todo el mundo, por lo que nadie se hizo cargo de la devolución del dinero. La justicia actuó
por separado a nivel de los países afectados, y a nivel global se declaró inadmisible el caso luego que el Banco al que había ido a parar todo el monto de las ventas había quebrado por falta de
liquidez. Una tras otra, como verá. Ante lo sucedido, y ante la imposibilidad de una intervención de cualquier Estado Terrenal (a excepción del Vaticano, el único con recursos inutilizados suficientes), he venido en nombre de los afectados de todo el mundo por este caso a exigirle a Dios que se haga cargo de lo que aquí ha sucedido. Estos inescrupulosos han actuado a su alero, sin la más mínima intervención de su parte y…”

- Discúlpeme señor- interrumpió el estafeta- pero esa es responsabilidad exclusiva de quienes les vendieron los autos. Recuerde que Dios da el libre albedrío en el actuar de todas las personas.

- Ah! Puta que es fácil así! Yo compré un auto con el sudor de mi frente, estos tipos me estafaron, a mí y a muchos más, Dios es todopoderoso, todo lo ve y todo lo sabe… ¿¡Tengo que querellarme entonces contra Dios en calidad de cómplice por haber sabido lo que iba a pasar!?

- Señor, por favor… baje el tono, yo no le estoy gritando- dijo un tanto compungido ‘Pedrito’.

- ¡No bajo ni’una weá de tono! Si usted quiere hacerlo difícil, lo vamos a hacer difícil. La próxima vez que lo vea, va a ser acompañando a su Dios declarando como encubridor, y más encima nos vamos a cambiar de protector con Vishnú, que bastantes mejoras nos ha ofrecido…- concluyó el vocero.

- Mire señor, déme un minuto-. El estafeta buscó con un rápido tecleo hasta encontrar la respuesta que buscaba-. Por aquí señor, Dios lo atenderá enseguida.

Pasadas dos semanas, Dios había indemnizado a los compradores malhabidos, y había evitado el escape de una buena cantidad de seguidores. Cosas del mercado divino, dicen por ahí…

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